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Galería de arte
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Está
repleta la cesta de comida de campo. Comida de campo para
comer en el campo. Comida de campo para ir y venir, Comida de campo
en tiempo de caza. Maduro color de campo de una naturaleza viva y
explotando. Color de uva y jamón, de vino en bota, de pan
estrellado. Color de perdiz a la sazón, dispuesta, colgando como
debe colgar una perdiz recién cazada, toda señorial,
toda orgullosa, toda todavía palpitando. Color de campo en
el papo, en el pico, en las alas que revolotearon todos los caminos.
Color explotando en seriedad. Color caliente. Color a mimbre
curtida. Color a tierra de surco. Color a descanso tras la faena.
Color. También
se faena cazando el color, que es lo que ha hecho Nati: ir en
procura del color de todos los pastos maduros, de todas las frutas
dispuestas, de todo pan recién salido del horno. Nati ha dado vida
a lo que llaman “naturaleza muerta”, que no sé por qué, porque
a la muerte la resucita el color, y al color lo resucita Nati. Huele
a color y a calor de campo vivo esta estampa que ya no es naturaleza
muerta sino bodegón. Huele a trago de vino de bota, cayendo a
chorro, vino tinto, de esa misma uva tinta, de ese mismo jamón
tinto, de ese mismo paladar que Nati saborea con su paleta. Huele a
todos los caminos de La Zarza y sus recovecos, a todos los
manantiales donde los pájaros beben, a todas las peñas por donde
los lagartos se escurren, a todas las encinas junto a las que los
toros se hacen bravíos. Huele a un color tan natural que sólo con
mirar, huele. ¿Quién
dará el primer mordisco? ¿Quién sazonará el primer mendrugo?. ¿Quién
apurará el primer trago?. Yo. Y va por ti, Nati, y por tu naturaleza
resucitada.
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